Enfermedades

La contaminación ambiental es causante de muchas enfermedades en los seres humanos, las cuales están relacionadas principalmente con los ojos y del aparato respiratorio, entre ellas la bronquitis, el asma, el enfisema pulmonar, y los resfriados frecuentes que ocasionan el mayor número de ausencias en trabajos y escuelas. Junto a estos males, hay que considerar que recientes investigaciones han descubierto que en los ambientes contaminados con hidrocarburos, y en el carbón negro que se usa para la fabricación de neumáticos, existen sustancias cancerígenas. 

En los últimos años han surgido nuevas enfermedades virales a causa de la contaminación ambiental y diversas afecciones de la piel, entre las que también figura el cáncer.
Corazones contaminados
Tras este panorama nada alentador, nuevos estudios relacionan la exposición a la contaminación ambiental con enfermedades cardiovasculares como la trombosis venosa y la arterioesclerosis. Un estudio realizado en la Escuela de Salud Pública de Harvard (EEUU) comparó los análisis de 870 pacientes diagnosticados de trombosis venosa profunda con más de mil pacientes sanos. Los resultados mostraron que las personas que habían padecido una trombosis venosa, en general, fueron sometidas a una mayor exposición a la contaminación atmosférica que los controles sanos, evidenciando que por cada aumento en la exposición durante el año anterior de 10 microgramos por metro cúbico de partículas, el riesgo de trombosis aumentaba en un 70%. Así mismo, se demostró que la coagulación sanguínea de los pacientes expuestos a mayores niveles de contaminación era más corta, lo que constituye un factor determinante para la formación de trombos. En otras palabras, mayores niveles de contaminación significan más personas que padecen males cardíacos.

Ya ha sido demostrado estadísticamente que existe una relación entre el nivel de contaminación atmosférica y la incidencia de cardiopatía isquémica (anginas e infartos), arritmias e insuficiencia cardiaca. Cada uno de los estudios efectuados demostró el papel de las partículas contaminantes en la génesis de las lesiones arterioscleróticas.
Un nuevo riesgo
La tombosis venosa es la presencia de un coágulo sanguíneo en una vena, y la respuesta inflamatoria que le acompaña. Puede producirse tanto en el sistema venoso superficial, como en el profundo, produciéndose la mayoría de ellas en las venas de las extremidades inferiores, y principalmente, en las situadas por debajo de la rodilla.
Si bien hay una serie de factores que predisponen a la aparición de una trombosis, la Asociación Americana del Corazón ha logrado obtener evidencias que demuestran los riesgos cardiovasculares que conlleva la exposición a la contaminación ambiental, siendo los mayores de edad, los diabéticos, las personas que padecen una enfermedad pulmonar o coronaria y quienes pertenecen a un sector socioeconómico bajo, los grupos más perjudicados.

Sin embargo, se han encontrado pruebas suficientes para concluir que una breve exposición a niveles elevados de contaminación aumenta la mortalidad de enfermos cardiacos. Igualmente, se ha podido demostrar que las exposiciones prolongadas reducen varios años la esperanza de vida de las personas, y los ingresos hospitalarios, debido a enfermedades cardiovasculares y pulmonares, se incrementan ante grandes concentraciones de polución.
Estos tres efectos, mencionados anteriormente, son la consecuencia directa de lo perjudicial que puede ser la contaminación sobre los seres humanos. 
Un camino cada vez más corto
Si bien vemos que la contaminación está directamente relacionada con el aumento de las urgencias cardiovasculares en las ciudades, es necesario tener en cuenta que también influyen en el porcentaje de las muertes de sus habitantes. Según un trabajo elaborado por la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud, se ha demostrado en Huelva la relación entre los niveles de contaminación atmosférica y las urgencias cardiacas.


“Lo que dice el estudio del CSIC es muy preocupante”

Joan Benach. Profesor e investigador de la Universidad Pompeu Fabra, autor del "Atlas de mortalidad en áreas pequeñas en España"

A finales del pasado año, casi al mismo tiempo que se conocían los datos del informe del CSIC, aparecía publicado un Atlas de mortalidad en áreas pequeñas en España que corroboraba gráficamente el problema de mayor incidencia de algunas enfermedades graves en la zona de Huelva, así como en Sevilla y Cádiz. El director de la obra, Joan Benach, investigador especializado en salud laboral y profesor en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ha analizado las causas de muerte en 2.218 pequeñas zonas que forman un mapa sanitario en alta definición, cuyo objetivo es ayudar a establecer posibles relaciones entre las enfermedades y las características sociales y ambientales del territorio.


Benach explica que en Huelva, Sevilla y Cádiz vive sólo el 8% de la población española y sin embargo se acumula el 33% de las zonas con mayor riesgo. En la provincia de Cádiz el 50% de las zonas son de alto riesgo. En Huelva, el 40% lo son para los hombres. Según sus datos, en las tres provincias destaca el riesgo de sufrir cáncer de pulmón, enfermedad isquémica de corazón, enfermedades cerebrovasculares, diabetes y cirrosis.

"Los atlas médicos son un instrumento útil para tomar decisiones políticas de salud pública a partir de hipótesis, incluso antes de que se tenga todo el conocimiento posible. Pero no veo iniciativas políticas. Hace falta más presión sobre los políticos”, afirma Joan Benach y comprueba que al informe del CSIC le ocurre lo mismo: “Lo que dice es muy preocupante, no veo cómo se puede obviar todo esto”. Observa que los políticos andan a vueltas con la necesidad de que se confirme que tal enfermedad es causada por tal contaminante, “cuando la experiencia en epidemiología demuestra que no es adecuado fijarse en cuál es el impacto de un contaminante sobre la salud. Hay que pensar más en la interacción de factores de riesgo. En muchos casos las consecuencias concretas no se conocen científicamente, pero sabemos que deben producirse. En Huelva, por ejemplo, la incidencia de cáncer pulmonar no se puede explicar por diferencias en el consumo de tabaco, deben haber otros factores de riesgo.”







En este mapa se recogen todas las causas de mortalidad en mujeres. El color marrón indica una mayor mortalidad y el verde, menor.
Mortalidad por cáncer de pulmón en hombres. El color
marrón represnta una mayor mortalidad y el verde, menor.


“Además la salud pública no debe servirse únicamente de conclusiones científicas para abordar los problemas. No pueden esperar a que se demuestre todo. La sensibilidad ciudadana, las denuncias sindicales o ecologistas, los estudios científicos que confirman la presencia elevada de metales pesados o de radiactividad... todos son argumentos a tener en cuenta y suficientes para tomar decisiones políticas. En cualquier caso, sabemos que la contaminación tiene relación al menos con el 5% de los cánceres, según el cálculo muy conservador de la Organización Mundial de la Salud”, añade.

“Tampoco pueden atenerse al cumplimiento de los límites legales sobre los contaminantes —continúa—, pues son valores promedio que en realidad no tienen en cuenta, por ejemplo, que las personas tienen diferentes sensibilidades. Ni la acumulación de contaminantes en el cuerpo, ni la interacción entre ellos. Hay que hilar muy fino para averiguar el impacto de la contaminación sobre la salud”.

En este sentido, en el caso de Huelva sugiere que debieran realizarse más estudios. El del CSIC no puede ser el definitivo: “tiene que discutirse, profundizarse, utilizar otros enfoques y tienen que participar investigadores independientes. Habría que hacer un buen trabajo epidemiológico, que no es tan caro como se dice, en cualquier caso es más barato que arreglar desastres como el de Boliden”.





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