Fosfoyesos

¿Qué son los Fosfoyesos?
Se trata de un residuo industrial resultante de la fabricación ácido fosfórico per vía húmeda, para la producción, principalmente, de abonos agrícolas. El proceso se realiza mezclando el mineral (roca sedimentária denominada "fosforita") con ácido sulfúrico. Con el posterior filtrado se obtiene el ácido fosfórico por un lado y por otro un residuo industrial denominado "fosfoyeso".
Uno de los varios inconvenientes del proceso es que la fosforita tiene en su composición metales pesados como el arsénico, el plomo, el mercurio y el cadmio, que pasan de la fosforita a los fosfoyesos al no haber ningún tratamiento que los elimines. Además, un informe del SICS (consejo superior de investigaciones científicas recibe la notificación del Congreso de los Diputados, de elaborar un estudio que permitiese realizar un diagnóstico ambiental y sanitario de la ría de Huelva. Dicho estudio prospectivo reveló que el diagnostigo ambiental y sanitario de la Ría de Huelva requería, debido a las actividades industriales de los Polos Industriales de la zona, un análisis detallado de la contaminación atmosférica de la zona y de la calidad de las aguas y sedimentos de la ría. 
Con respecto a los analisis sanitarios, se llevaron a cabo dos líneas de actiación: Una, encaminada a investigar la cantidad de ingesta total de contaminantes por parte de la población de Huelva en base a sus ábitos de consumo; y otra en la que se realiza une studio comparativo de la mortalidad de Huelva capital con respecto a las otras siete capitales de la comunidad andaluza), finalizado en 2004, y posteriormente el del CRIIRAD, de 2007, (encargado por greenpeace) han revelado la existencia en la zona de elementos radiacctivos como el uranio-238, uranio-235, radio-226, polonio-210 y plomo-210, además de radón-222, en concentraciones más elevadas de las permitidas por la legislación.


BALSAS DE FOSFOYESOS

Las balsas de fosfoyesos de Huelva constituyen con sus 1.200 ha uno de los vertederos de residuos industriales más extensos del mundo, situadas a 300 m de una barriada y a 1000 m del centro urbano, y que han arrasado unas marismas de gran valor biológico a orillas del Tinto. Están formadas por 100 millones de toneladas de fosfoyesos que contienen, además de yeso, elementos radiactivos (principalmente uranio 235 y 238, además de radón 222, polonio 210, radio 226 y plomo 210), una gran concentración de metales pesados (en especial arsénico, cadmio, plomo y cinc), y ácidos libres. Por si esto fuera poco, la balsa recibió accidentalmente 130 toneladas de cenizas radiactivas con cesio 137, en mayo de 1998, procedentes de la empresa Acerinox.
Pepe García, de Ecologistas en Acción mide la radiactividad en una balsa minera

La concentración de uranio es tal que a finales de los años 70 Fertiberia (entonces llamada Fosfórico Español) construyó una planta piloto para recuperarlo y venderlo como combustible nuclear. El proyecto no siguió adelante porque al parecer no era rentable y exigía nuevos controles sobre la actividad de la empresa.

Los fosfoyesos son el residuo de la producción de fertilizantes agrícolas químicos en las plantas de Fertiberia y Foret, que deshacen roca fosfórica importada de Marruecos, Togo o Senegal con ácido sulfúrico. Todos los elementos contaminantes, incluido el uranio, han estado fluyendo libremente al agua de la ría desde 1967 hasta 1994, siendo asimilados por los seres vivos, entre ellos alimentos habituales como las chirlas o los peces bentónicos (en la zona está prohibido pescar, pero la actividad furtiva es normal).

La Ley 7/1994 de Protección Ambiental obligó a las empresas implicadas a reducir la contaminación drásticamente. A tal efecto se inició la construcción de una balsa de 300 hectáreas con un sistema que hace recircular el agua ácida, de forma que ya no se vierte directamente en la ría. El informe del CSIC revela que esta agua contiene dosis de cromo, cobre, arsénico y cinc, dos y hasta tres veces más altas que las permitidos en la normativa de residuos. La contaminación directa se ha reducido teóricamente más de un 90%, pero lo cierto es que la marea alta y la lluvia arrastran hasta la ría los lodos de las antiguas balsas como siempre.

Pepe explica que “el viento sur-suroeste arrastra el gas radón 222 –causante de cáncer de pulmón- y una nube blanca de partículas contaminantes, que llegan con facilidad a las zonas habitadas y sobre todo a los cultivos cercanos”. En este sentido, el Consejo de Seguridad Nuclear estimó necesario cubrir las balsas con material arcilloso para evitar las emanaciones de gas, cosa que no se ha hecho. A pesar de las denuncias ecologistas y de la preocupación de la población, está previsto que la balsa crezca hasta formar una pirámide de 25 metros de altura, y las empresas Foret y Fertiberia tienen permiso para continuar acumulando lodos hasta el año 2013.

Por otra parte, los fertilizantes químicos, de cuya fabricación son consecuencia estos lodos, causan problemas más allá de Huelva: su uso indiscriminado en la agricultura intensiva está aumentando la radiactividad de las tierras de cultivo en todo el planeta y sus nitratos contaminan el suelo y los cursos de agua, donde provocan procesos de eutrofización (aumenta exageradamente la densidad de algas superficiales que consumen el oxígeno que necesitan el resto de seres vivos).